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Pedacitos de alma

RECONCILIACIÓN

RECONCILIACIÓN

El hombre mira a la ballena agonizante y comienza a llorar en silencio, acaricia su piel áspera y fría, ya casi sin vida. El hombre acerca su rostro a un ojo de la ballena y le enseña el dolor que siente por ella y después sonríe comprensivo. Comienza a acariciarle la cabeza mientras le susurra todos los viajes por mar que podrían hacer juntos, todas las islas por descubrir, todos los misterios de las tormentas aun por ver. Lentamente la ballena comienza a moverse, muy despacio, de un lado a otro, balanceándose, consigue un leve impulso y retrocede. El hombre sigue hablando de paisajes idílicos, cielos infinitos, lunas gigantes, mientras la ballena empieza a sentir la humedad en su cola, después en su vientre y al final en todo su ser vuelve a llenarse de sal y espuma. Las palabras del hombre la acompañan hasta el último momento, hasta que se pierde en el horizonte, se confunde con las olas y decide dar a la vida otra oportunidad.

LUCHA INTERIOR

LUCHA INTERIOR

Al escritor le tiembla la mano, tanto, que apenas puede pulsar las teclas de su ordenador para terminar su última obra, la más importante, la que le hará inolvidable, la que grabará su nombre en la historia. Lo tiene todo pensado, ha preparado cada detalle con sumo cuidado. Pero sus dedos se resisten, le niegan, no quieren terminar lo que ya está empezado. El lucha contra sus dedos hasta que consigue controlar uno, el índice, e ir marcando una a una las teclas que van dibujando en la pantalla las letras de la frase final, del golpe de efecto. Cuando marca el último punto sus dedos se rinden, saben que ya está todo perdido, que ya no pueden hacer nada contra el escritor porque la decisión está tomada, el plan casi consumado.

Los dedos caen inertes, como inerte cae el escritor cuando el asesino que él ha imaginado por fin lo alcanza.

TINIEBLA

Se le olvidaron las mañanas de los domingos, las caricias del sol en ru rostro, el sabor de los labios. La noche había tomado posesión de su mirada. Ella lo vio, estático, perdido en su miseria, y sin negociaciones previas le invadio los ojos de una vez y para siempre, liberandolo de la tirania del no perpetuo.

LA PARTIDA

Estoy coronado por una cruz sagrada, postrado entre cuatro paredes invisibles, negras. He nacido para sufrir la tortura de la defensa innata, nunca de la lucha encarnizada.

Sentado miro, mientras anhelo lo imposible, un mañana, libre. Pero una y otra vez sufro. Ganar o perder, que me importa, si mi palacio es negro y blanco, siempre cuadrado, sin pasillos, sin sorpresas, sin puertas, sin mañana, sin ventanas, sin horizontes.

Maldigo el día en que coronaron mi vida, en que la encadenaron a la cruz, al ejercito, al poder. Pero por encima de todo maldigo el día en que me atrapó el yugo del amor, ese ciego que fue robándome cualquier libertad de movimiento. Fue el y no otro el que confinó mi existencia a la malicia, a la astucia, al hechizo de los ojos oscuros, de los cabellos azabache, a la piel de ébano. Dejé de ser rey y me convertí en consorte. Ella me arrebató mis dominios.

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Comienza la partida, todos en pie. Destaca mi estandarte sobre todos los símbolos. Frente a mí, irónicamente, el color de la paz me saluda.

El y yo nos miramos, sabiendo que uno de los dos besará el suelo esta vez. No hay rencor, resignación. Ellas también se miran. Odio, astucia, retorcida lástima. El resto de la corte solo huele la batalla, ni piensa, esperan su oportunidad de muerte.

Ellos realizan el primer movimiento, no hay novedad. Observo, espero. Respondemos con una defensa velada, no hay sorpresas. Ellas se miran, altivas, desafiantes, sabedoras del poder que emana cada poro de su piel, las más fuertes, las más importantes, las más peligrosas. Esperan.

Avanza la partida, no hay bajas aun. Yo observo, quieto espero, espero lo inesperado, una mano invisible me extirpe de este laberinto de intrigas, o que me lleve a conocer a la guadaña, a la verdadera y que ella me abrace para siempre.

De repente mi reina avanza, majestuosa y espectacular. Sin contemplaciones se acerca a un pobre peón, un don nadie condenado antes de tener nombre. Saborea su sangre antes de rozarle, contempla el miedo dibujado en sus ojos, se deleita. Mi reina, implacable, disfruta de la primera baja enemiga. La miro, en su mirada ya no existe rastro alguno de sentimiento.

Mi adversario ha contemplado la escena, toda la corte. El y yo sonreímos, resignados.

La partida continua, ya no hay vuelta atrás, no se detendrá por nada, no se detendrá por nadie. Únicamente por él, por mí. Ellas siguen en pie, acechándonos, pidiendo a gritos ahogados un sacrificio. Vestida de marfil, la esposa de mi contrincante, está muy cerca, casi puedo tocarla y sé que esta vez, como tantas otras, yo seré el que humille la corona. Me mira complacida, irónica, triunfante. No importa. Mi esposa desde la distancia sabe que es el fin. Eterna viuda negra, sin pena, ni dolor, sólo odio frío, desdén, vergüenza. No me importa.

En mi caída lo veo a él, mi adversario me mira comprensivo, desde la lejanía. Él entiende, sabe lo que estoy pensando, lo que siento, porque nos separan seis habitaciones, tres blancas, tres negras, y luego nosotros. Ambos sabemos que mañana será otro día y puede que yo no sea el vencido.

El miedo hace tiempo que pasó, la resignación no vale nada. Nos queda una pequeña esperanza, un ruego, un sueño. Que nos quiten los yugos de la corona y se los coloquen a ellas, ellas que viven la batalla, ellas que si tienen cabida para el odio. Ellas. Y que a nosotros nos lleven lejos, donde la vida no tenga cuatro paredes invisibles, donde la palabra libertad exista.

HERENCIA

Como un aguijón de podredumbre que rezuma,

me acompaña el gen.

No lo quiero, no lo he pedido,

su hedor me hace sombra, me asusta.

Lléname de nada, de lo nuevo.

Límpiame el veneno de lo no dicho,

de lo que no es.

No puedo, me anula, me come,

y ahí la perpetuidad del nombre,

de ahí no se escapa.

El honor hipócrita salta de una esquina a otra,

golpea mi rostro inocente.

Pero aquí sigo,

aguanto,

os espero.

El tiempo es democrático, implacable

y yo

                                             os espero.

TRILOGIA DE LA IRONIA

TRILOGIA DE LA IRONIA

MILAGRO PROVIDENCIAL 

El suicida dio gracias a dios mirando la cuerda rota.

ESPERANZA? 

La bala le susurró al oido otra oportunidad.

ENFERMEDAD 

En aquella ciudad cayeron fulminadas las palomas, muertas por hipocresía.

FRANCISCO GARZON 60 AÑOS, GAVIOTAS DE AZOGUE

Tras esta larga ausencia quería hacer un regalo a todos los que me visitan, un regalo que os entrego como me lo entregaron a mí, y espero que a su vez vosotros se lo regaléis a aquellos que os rodean, merece la pena. Este año tenemos el privilegio de celebrar el 60 cumpleaños de Francisco Garzón, mi maestro, mi segundo padre, el hombre que ha traído a nuestros días la Narración Oral Escénica, reinventando el arte milenario de contar, actualizando la palabra. Digo privilegio porque para celebrarlo con nosotros, él nos ha regalado la colección Gaviotas de Azogue, una serie de escritos de importancia literaria que se inaugura con su Trilogía del Amor. Francisco Garzón artista de la palabra dicha y escrita, comparte con nosotros estos tres poemas cargados de sensibilidad, de belleza, de verdad.

Lo que no podré compartir con vosotros fue la experiencia de asistir al estreno de estos poemas, el 19 de julio, rodeados de encanto en el café Ruiz, del aroma a café y de la compañía de mis amigos los narradores. Donde la lectura de estos poemas en voz de Francisco se convirtió en un momento mágico que todos llevaremos prendido en el corazón siempre.

TRILOGÍA DEL AMOR

Francisco Garzón Céspedes

 

LO SÉ EN EL CIELO CON TINTES DE HOJARASCA

lo sé en el cielo con tintes de hojarasca del amanecer

lo sé en las luciérnagas de los cuerpos sobre la cama

lo sé en los murmullos del despertar a la rutina

lo sé en los pasos cercanos cuando se alejan

lo sé en el pozo de las miradas al reencontrarse

lo sé en las palabras y en las caricias

en sus azoteas y en sus sótanos

en sus paredes y en sus suelos y en sus techos

lo sé una y otra vez al caer y al alzarnos

el amor existe reinventándose en quienes

indefensos, sobrevivientes, afortunados

cada mañana lo reinauguran

reinaugurándose en las huellas de sus cicatrices

 

CUANDO SE RECUERDA LA CARICIA

cuando se recuerda la caricia de los cuerpos

se recuerda la textura fresca del lino en la piel

cuando se recuerda el compás de los latidos

se recuerda la espuma haciéndose y deshaciéndose donde la ola

cuando se recuerda el contacto de las miradas

se recuerda el impacto de los relámpagos al descubrirse

cuando se recuerda el soplo de las respiraciones

se recuerda el aliento purificador sobre el barro

el amor todo lo recuerda diferente

 

DONDE HABITA EL CIELO AFORTUNADO

donde habita el cielo afortunado habita la nube

donde habita la tierra fértil habita el desierto

donde habita el agua transparente habita el fango

donde habita el fuego confortante habita la ceniza

donde habita el aire protector habita el desamparo

donde habita la hierba bienhechora habita la maleza

donde habita la sangre cual torrente habita el remolino

donde habita el pájaro de las claridades habita la penumbra

donde habita la canción de cuna habita la elegía

donde habita la memoria imborrable habita el olvido

donde habita el amor de los amantes sólo habita el amor

sólo habita el amor tan habitadamente solo

BAILE

Bailaban mirándose el uno en los ojos del otro, el uno en los ojos del otro repasaban los surcos de su piel, su pelo cano ya. Bailaban,  mientras acariciando sus manos sentían que ya no eran las de antes. Sus pasos hacían la danza lenta, como a ellos les gustaba. Bailaban recordando el día en que se conocieron, y como entonces, recordando aquella sensación, perdiéndose en sus pupilas, sabiendo que en aquel lugar vivirían siempre, rodeados de música, en su pequeño reducto de paraíso.

CIRCULO

Me sumerjo confiada en tus mares de colores

agitando alas de plata.

Quiero salvarte, sacarte las tormentas,

los mounstruos milenarios,

las sirenas.

Vuelo en ti, navego en ti.

Quiero llenarte de caricias de plumas,

de lenguas de coral,

de aceites.

Y ser uno, completos.

Ser uno,

ser solo

                           nosotros.

MIEDO

Me pregunto quién será mañana,

Blanco, negro, azul, rojo, amarillo.

Me pregunto como será mañana,

Sin sangre en las esquinas, sin tierra en los ojos, sin agujeros en las entrañas.

Como será mañana,

Azul, rojo,

De nuevo los gritos, el corazón quieto en el pecho, sin hacer ruido.

Sin palabras, sin pensamientos, autómatas otra vez.

Será mañana,

Blanco, negro, amarillo,

Las calles llenas de vida tímida, expectante, viva.

Será.