LUCHA INTERIOR
Al escritor le tiembla la mano, tanto, que apenas puede pulsar las teclas de su ordenador para terminar su última obra, la más importante, la que le hará inolvidable, la que grabará su nombre en la historia. Lo tiene todo pensado, ha preparado cada detalle con sumo cuidado. Pero sus dedos se resisten, le niegan, no quieren terminar lo que ya está empezado. El lucha contra sus dedos hasta que consigue controlar uno, el índice, e ir marcando una a una las teclas que van dibujando en la pantalla las letras de la frase final, del golpe de efecto. Cuando marca el último punto sus dedos se rinden, saben que ya está todo perdido, que ya no pueden hacer nada contra el escritor porque la decisión está tomada, el plan casi consumado.
Los dedos caen inertes, como inerte cae el escritor cuando el asesino que él ha imaginado por fin lo alcanza.
0 comentarios