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Ahogos y dehahogos

UN VIERNES MISERABLE

Todos tenemos lunes miserables, martes miserables, miércoles miserables, etc. Yo lo que no me esperaba hoy era un viernes miserable, y es que empezar mal el fin de semana antes incluso de que haya comenzado es horroroso.

Anoche me acosté con la esperanza de que este cansancio primaveral que me acompaña me ragalara una noche de sueño profundo, cosa extraña en mi. Pero a la una de la madrugada todas mis vísceras se han revelado y me ha dado un cólico intestinal, casi muero en el intento, gracias a San Borja, que me ha rescatado, os lo estoy contando ahora. Con el dolor y el mareo ya no he podido conciliar el sueño en toda la noche. Cuando ha sonado el despertador apenas podía levantarme, lo he hecho con la esperanza de que hoy el día en el trabajo fuera tranquilo ya que es viernes. Iba en el coche pensando que todos los elementos me iban a ayudar a sobrevivir a la resaca de mi "noche toledana", pero los elementos se estaban alineando para otra cosa.

He llegado al centro donde hago reconocimientos médicos y estaban esperando más trabajadores de los que a mí me constaba que tenían cita, muchos más. Como todo el mundo sabe sólo tenemos dos manos y por muy rápido que uno quiera ir, si no ha nacido en criptón y tiene supervelocidad (que me habría venido muy bien todo hay que decirlo), uno da lo que da y se tarda una media de 15minutos por paciente, se pongan como se pongan. Al ver semejante caos, y con mis capacidades psicomotoras bastante disminuidas, he pensado que los elementos me odiaban y los dioses habían decidido castigarme por alguna razón. Ilusa de mí he hecho de tripas corazón he salido del atolladero como buena mente he podido, aguja en mano y pinchando a diestro y siniestro, para despejar un poco la sala de espera, rezando en silencio para que la cosa no empeorara. Digo Ilusa porque ya lo decía Murphy, gran visionario del siglo XX, si algo puede ir peor, irá peor. Así que me han tirado un bote de orina encima, un chico ha hecho una parada respiratoria y no se me he seguido padeciendo las reminiscencias del cólico toda la mañana. Los pobres pacientes viéndome en semejante estado me han dado muchos ánimos y se han compadecido de mi estrés laboral, que majos, por lo menos han sido solidarios. Mi compañera aun no sale del colapso que le ha provocado esta mañana infernal y cree que no lo va a poder superar en todo el fin de semana, pobre.

Yo por mi parte, no pierdo la fe, sigo esperando a que los dioses me perdonen y me concedan una última gracia, dos horas de silencio absoluto en mi casa, sin vecinos chillando que mueven muebles y pasan la aspiradora a las tres de la tarde, sin perros psicópatas ladrando compulsivamente, sólo eso dos horas de silencio que me permitan cumplir mi último deseo de hoy, mi última esperanza de recuperar el buen rollo del fin de semana porque amigos no hay mal que una siesta de pijama y orinal no cure.

HOY NO ES CUALQUIER LUNES

No os vayáis a pensar que me he olvidado de vosotros, no. Es que estoy esperando como agua de mayo a que me pongan Internet en casa, momento en el cual intentaré escribir casi todos los días.

Quería cometaros también que este fin de semana se ha producido un gran acontecimiento, ha sido la 18 Muestra Iberoamericana de Narración Oral Escénica en el Teatro Fernan Gómez, en la que he tenido el orgullo de participar. Ha sido un encuentro de Narradores de varios países con cuentos muy especiales, ya que son la vanguardia de la vanguardia de la narración oral. Allí nos reunimos rodeados de cuentos insólitos, hiperbreves, breves, de duración normal; cuentos de humor, amor, terror, atmosfera... Una autentica fiesta para los amantes de la palabra. En unas semanas comenzará el ciclo de cuentos en el Zaguán, un café situado en la calle Segovia Nº7. Cuando llegue el momento avisaré, también aquí, para que los que podáis vengáis a compartir con nosotros ríos de imaginación.

Para mi los cuentos son como el aire que respiro, me hacen falta para vivir, por eso quiero compartir con vosotros esta pasión que me ha acompañado toda la vida, la pasión de dar otra dimensión a las palabras, de rozar los corazones con la voz en el aquí y ahora.

Espero que os pique el gusanillo de la curiosidad y, en breve, os vea como público en alguna función.

UN COMIENZO ES UN REGALO

Tres largos meses de ausencia, si, la verdad es que ha sido un largo paréntesis. Me hubiera gustado poder seguir escribiendo durante este tiempo pero la realidad es que la vida te lleva y te trae y todo va tan rápido que te olvidas hasta de ti mismo. Me gusta pensar que cada comienzo es un regalo, asi que vuelvo llena de ganas, de energía y de valentía nueva.

UN DÍA CUALQUIERA

El día pasa y todo sigue igual. Te levantas, vas al trabajo que siempre es una selva, vuelves a casa, comes, duermes una siestita, te levantas, con suerte vas a la piscina, meriendas, lees, vuelves a casa, preparas comidas, colocas un poco, cenas, una hora de tregua en el sofá disfrutando de Borja y después a la cama. Ha sido un día cansado pero a la mañana siguiente… Te levantas, vas al trabajo que siempre es una selva, vuelves a casa, comes, duermes una siestita, te levantas, con suerte vas a la piscina, meriendas, lees, vuelves a casa y de pronto en el suelo de la calle encuentras un billete de cinco euros. MAGIA, esa cantidad ínfima de buena suerte le cambia el color al día en un segundo, de pronto es como si te hubiera tocado la lotería, pasa de ser un día normal a ser un día con suerte y esos días son geniales porque te sientes capaz de cualquier cosa.

Así que he pensado que voy a despistar algunas monedas en la calle, pocas que la economía no está para excesos y también voy a "olvidar" algún billete en los pantalones de Borja y en los míos, porque no. Sólo espero que cuando alguien encuentre alguna moneda o nosotros encontremos los billetes "olvidados" y nos invada la diosa fortuna, algo se despierte y quizá nos alegre un poco el día, nos haga, al menos durante un ratito, poderosos. Después quien sabe, la suerte es caprichosa.

JUEVES - VIERNES

JUEVES - VIERNES

Veo esta foto y pienso que no hay remedio, va a ser la semana más larga de mi vida. Los minutos se estiran tanto que parecen siglos y me muevo como si estuviera sumergida en crema tibia, avanzo despacio, cada paso dura una eternidad, mi cuerpo no responde a mis impulsos al tiempo, reacciona tarde. Como si me faltara media pila, funciono a un cincuenta por ciento, como pasar un día en un sueño en el que lo que quieres siempre está delante y nunca lo tocas. Una sensación espesa. Y de fondo ese olor a arena caliente, a sal, a piel mojada, ese olor que se queda lejos. Casi puedo tocarlo.

Me consolaré pensando que mañana será otro día, pero sobre todo, será el día prometido, el último de esta temporada de trabajo, que ahora que lo pienso, también ha sido como nadar en crema tibia.

MIERCOLES - JUEVES

Hoy me he levantado de jueves aunque, curiosamente, es miércoles. Pero por alguna razón cuando he abierto los ojos esta mañana he sentido que era jueves, así que estoy desajustada. Tengo esa sensación de que casi es fin de semana, de que no importa si hoy no duermo mucho porque mañana es viernes y los viernes siempre hay siesta, de que mañana empieza lo bueno, de que hoy no cuenta. La "tragedia" es mayor porque el viernes comienzan mis vacaciones y la promesa también es mayor. Uno cuando huele las vacaciones también se despista un poco porque concentrarse pensando en la playa es muy complicado. Yo no se si es por eso o porque el trabajo se multiplica justo en estas fechas, yo me he levantado de jueves, queriendo huir del miércoles, queriendo acortar un poquito la semana. Espero levantarme mañana igual que hoy y no de viernes, que eso si que es horroroso.

Los días de la semana para mi son como los ciclos lunares, de alguna manera me afectan el animo, los lunes dan pereza, los martes más pereza porque trabajo por la tarde y son lunes elevados al cubo, los miércoles ya casi son jueves y de pensarlo me pongo contenta, los jueves para mi son fin de semana por eso de que el viernes hay siesta y que hay más feliz que pensar en la siesta, los viernes orgásmicos por la misma razón, los sábados son días de playa, días de Calpe, y es que cuando me levanto tarde y paso el día tranquila con Borja me siento en vacaciones, y los domingos, dulces y amargos al tiempo porque todo vuelve a empezar mañana.

En fin, hoy que es mircoles puro y duro me consolaré pensando en el día tan espléndido que hace en la calle, en el agua de la piscina e intentaré sobrevivir hasta mañana que, seguro,  empieza lo bueno.

LA JUVENTUD ES UNA ENFERMEDAD QUE SE CURA CON LOS AÑOS

LA JUVENTUD ES UNA ENFERMEDAD QUE SE CURA CON LOS AÑOS

Dios mío, noooo!!!! Pertenezco ya a una generación, lo dicen en la tele, a la generación esa del anuncio nuevo de coca cola. No lo podía creer, cada cosa que decían, cada elemento me identificaba. Recuerdo perfectamente que cuando yo entendí lo que significaba el concepto generación, y pensé que todos los que pertenecían a una ya tenían cierta edad o estaban muertos, de ahí mi trauma. Aun así me resistí a pensar que era cierto, que yo pertenecía a ese cliché.

Pero huir de la realidad es absurdo. Y no sé si perteneceré a le generación coca cola o no, lo que se es que me he hecho mayor. Hay muchos signos y síntomas que te lo van evidenciando, pero siempre existe un punto de inflexión tras el cual no hay vuelta atrás. Para mí ese momento llegó hace unos días de una manera trivial, sencilla, pero aplastante en su significado.

Estabamos Borja y yo paseando a Reina (mi perrita) por la única maravilla de Yuncos City, el parque con el lago de los cisnes. Y es que aunque en si el pueblo sea pequeño y bastante feo, tiene ese pequeño reducto de paz, ver a los patos y a los cisnes en ese marco es un lujo rural bien extraño. Pero eso es otro tema, el que nos ocupa es bien distinto. Estabamos Borja y yo paseando cuando nos dimos cuenta de la cruda realidad, éramos ,con diferencia, las personas mayores del parque, a nuestros 26 y 25 años respectivamente. Fuimos conscientes de eso porque nos miraban raro, como si sobráramos. Pero lo peor fue que nosotros también mirábamos raro, no sólo eso, les estabamos criticando de forma despiadada: que si mira esos que corte de pelo llevan, que parece que tienen una mofeta en la cabeza, que si mira aquellos que están a brazo partido en el cesped no podrán irse a su casa, que si mira lo escandalosos que son...HORROR!!!!!

Si amigos ese fue el punto de inflexión, ahí me di cuenta, me estoy haciendo mayor. Es ese punto en el que empiezas a no entender cosas nuevas, actitudes nuevas, lo nuevo en general. Yo nunca he tenido miedo a cumplir años, ni me ha importado el paso del tiempo, jamás he pensado que cualquier tiempo pasado fue mejor, ni añoro volver a la niñez. Pero lo nuevo, lo que ya no comprendo, los comportamientos que no puedo integrar en mi escala de valores, eso si me asusta.

Desde ese día estoy muy preocupada, me niego a ver a las "nuevas generaciones" como a seres de otro planeta. Así que tengo un firme propósito, el próximo día que lleve a Reina a ese parque voy a mirar distinto, sin prejuicios y os contaré que es lo que me encuentro.

AGUJERO NEGRO

AGUJERO NEGRO

Cuando menos curioso. Cuántos años hacen falta para borrar una vida, cuántos para que sólo quede la imagen desdibujada en el espejo, los ojos empañados de tristeza y desmemoria. La crueldad del azar, de poseer un futuro o no y es que todo está escrito en la inmensidad del mapa genético.

Vida, no no es vida, no se siente, no se padece, se pasa por el día de puntillas. Muerte, no es muerte, en sus ojos sienten, padecen, cada paso que dan duele. Niños, pudieran parecerlo, peró ahí, escondidas tras esas pupilas empañadas, están sus experiencias, su sabiduría, toda la felicidad pasada, todo el sufrimiento. Sus vidas.

Y no los vemos, casi no los vemos, los hemos olvidado. Pensamos que siempre fueron así, con sus pañales y su incapacidad para bañarse solos. Los hemos olvidado, hemos perdido su pasado.

Se me parte el corazón al acariciar su pelo, se me llena de ternura al más leve gesto de reconocimiento. En ese preciso instante quiero cubrirlos de besos de caricias imaginando que por un momento se aliviará ese sufrimiento inconsciente, ese sufrimiento que aflora, en tan pocas ocasiones y que hace que les brillen los ojos con el destello de la cordura.

LE DE MOULEN

LE DE MOULEN

Este fin de semana me regalaron un romántico viaje a París. Ha sido inolvidable y muy importante para mí. Lo curioso es que en estos viajes rodeados de magia, siempre suceden coincidencias extrañas que te hacen tomar conciencia de lo pequeño que es el mundo.

París, para los que no lo conozcan tienen que ir cuanto antes, es una ciudad abrumadora, llena de rincones imprescindibles. Eso supone que si vas un fin de semana tienes que elegir dos o tres cosas que ver y luego tienes que prometerte volver para disfrutar todo lo demás. Yo tengo la suerte de tener un amigo que se autodenomina ciudadano del mundo, Manu es un aventurero nato y ahora mismo vive en París, claro que casi nunca tiene tiempo entre su trabajo y sus mil viajes. Cuando llegamos al aeropuerto le llamé sin muchas esperanzas y milagrosamente estaba disponible todo el fin de semana. Lejos de tener que conformarnos con ver dos o tres lugares emblemáticos Manuel se encargó de que visitáramos casi todo en dos días. Eso supuso que al segundo día me dolían partes de mi cuerpo que ignoraba tener, horroroso, no paramos de andar, andar y andar. Todo era precioso y nuevo, pero que cansancio! El sábado por la tarde ya no podíamos más, estabamos subiendo una cuesta enorme y pensamos que o añadíamos un poco de glucosa al torrente sanguíneo o nos desplomábamos allí mismo. Vi una cafetería que prometía postres buenisimos en una pizarra exterior y entramos. Algo llamó mi atención inmediatamente, en una pared destacaba el cartel de la película Amelie de Jean- Pierre Jeunet y entre los postres del cartel se leía cream broule ( en castellano crema catalana) al estilo Amelie. Tengo que aclarar que esa es una de mis películas favoritas y me pareció gracioso que al dueño de la cafetería también le gustara tanto. Pedí ese postre por supuesto y lo disfrute más por el simple hecho de ser al estilo de la película, me sentí envuelta de fantasía, de boemía,  cada cucharada me supo a París.

El descanso terminó porque la luz era cada vez más tenue y había que llegar al Sagrado Corazón. Antes de salir pase al baño y allí estaba la puerta de la película, la del baño de la cafetería donde trabaja Amelí, la reconocí de inmediato, sin lugar a dudas, estaba más sucia, menos lucida, pero era la puerta. Salí emocionadisima a contárselo a Manuel y a Borja. Estabamos en el lugar donde se había rodado, seguro, tenía que ser eso. Ellos se rieron de mi y de mis fantasías románticas, pero yo insistí en que tenía razón, tanto, tanto, tanto, que Manuel le preguntó al camarero. A mi me daba igual la respuesta del camarero porque lo tenía clarisimo, asi que salí para ver otra vez la puerta. Dos segundos más tarde salieron ellos, la derrota se pintaba en sus rostros, y es que como no podía ser de otra manera, yo tenía razón, allí habían rodado la película.

Yo desde que había entrado en el baño estaba emocionada ya que las coincidencias de ese tipo me causan una extraña alegría, a ellos les pareció una tontería. Pero yo en aquel momento no les prestaba ninguna atención porque a mi boca había vuelto más intenso, el sabor de la crema catalana al estilo Amelie.

LA VIDA EN MI BOLSO

Hace tiempo que renegué de las modas y decidí que pese a toda tendencia yo necesito un bolso grande, sólo puedo hacer una excepción en contadas ocasiones (bodas, bautizos y comuniones), para todo lo demás cuanto más grande mejor. Ayer vi un bolso perfecto para mi causa, un bolso que reunía todas las condiciones que yo exijo. El único problema es que cuando la dependienta pasó el código de barras en la caja vi que ponía bolsas de viaje. Y pensé que era genial, una bolsa de viaje que parecía un bolso, justo lo que necesitaba. Y es que mi bolso tiene que ser capaz de contener todo mi universo en un espacio que yo pueda llevar cómodamente colgado del brazo, y no exagero, puedo sobrevivir en cualquier parte sólo con el.

No no se asusten que no llevo ningún objeto mágico ni maravilloso, no llevo lo normal. Una cartera tamaño bolsito, porque si no no me entrarían las fotos, los resguardos de todo, las tarjetas de todo, los recuerdos, el paquetito con hilos y agujas que me regalaron en un hotel, las monedas y los billetes. Luego las llaves, las mías, las de casa de mi tía, melas ha dado para que cuando vaya a cuidar a mí primito no corra el riesgo de despertarlo de su siesta, las del coche y las de la furgoneta del trabajo (sí soy enfermera/conductora, pero eso es otra historia). Luego llevo mi cuaderno de ideas no vaya a ser que la inspiración me pille fuera y pierda la influencia de las musas. Un libro, no puedo ir sin un libro porque nadie sabe cuantas esperas inesperadas lo esperan a uno y hay que estar preparado. Un recogedor para el pelo, un cepillo y una goma, porque una no puede vivir si el pelo la incomoda. Varios bolígrafos, que si se acaba la tinta de uno hay que tener repuesto. Mi música, eso si que está de moda, el mp3 y los cascos, que la música amansa a las fieras y yo a veces la necesito mucho. Unos pendientes de emergencia, maquillaje, un lápiz de labios y rimel (esto es de nueva adquisición, pero también es otra historia). Unas tijeras, imperdibles y unas pinzas que me han salvado en muchas ocasiones. Algún analgésico por si alguien tiene algún dolor. Varios paquetes de pañuelos. Una consola que es un regalo y que me sumerge en mundos de encefalograma plano, no hay que despreciar ninguna vía de escape. Se me olvidaba, los dos móviles, el mío y el del trabajo que por su tamaño puede resultar muy bueno como arma defensiva. Las gafas del ordenador, las gafas de lo demás y las de sol. A veces también llevo una naranja por eso del hambre inoportuna. Y alguna otra cosilla por si me sorprenden con un viaje inesperado que no me pille en b…

En fin que cuando alguien hace la típica pregunta: y tu que te llevarías a una isla desierta, yo lo tengo claro, me llevo MI BOLSO.

LO CONFIESO TENGO PERRO

LO CONFIESO TENGO PERRO Si amigos, tengo un perro, bueno una perrita que pesa 2kg y que más que un perro parece una ratilla. Cuando decidí que necesitaba un perro en mi vida no lo pensé bien, sólo quería un ser que siempre estuviera contento al verme llegar a casa, que me esperara cada día y que llenara esos espacios solitarios. La verdad es que cuando quiero algo lo quiero ya y puedo ser muy persuasiva. Pobre Borja, uso todos sus argumentos para convencerme de que no podíamos tener un perro en una casa de sesenta metros, que era una responsabilidad enorme, que... Le oí pero no le escuché, es más le gané por la pena sin tener que hablar. Estaba desesperada, problemas de trabajo, la recta final de su oposición y las largas horas de espera solitaria en casa. Pensé que un perro nos ayudaría muchísimo a los dos.Soy pesada e insistente y cuando quiero algo lo quiero ya. Se lo dije a todo el mundo, estaba buscando un  perro tamaño piso y me daba igual que fuera un cachorro. Fui a las perreras que estaban en los alrededores, pero los perros pequeños estaban perdidos y tenían microchip. Y entonces un viernes me llamó mi suegro y me dijo: "tienes a tu perro aquí". Yo pensé que estaba bromeando, pero no allí en su trabajo tenía a mi perro. Cogí el coche y me fui a los chinos a comprar una caja para el perrito. Compre la caja de cartón más bonita que encontré, porque mi perro no iba a tener una caja de la basura, faltaría más. Llegué a el estudio donde trabajan mi suegro y mis cuñados emocionada. Abrieron la puerta y lo primero que me dijeron es que a lo mejor no era lo que esperaba.Cuando la vi he de reconocer que me decepcionó un poco. Estaba demasiado sucia, con el pelo mal cortado y no me dejaba acercarme a ella. Estaba tan asustada, temblaba y escondía la cabeza para evitar que la miráramos a los ojos. Reina de Jeveva, así se llama mi perra, tenía ya mucha historia. Me la regalaba su criador porque las dos últimas camada que había parido habían nacido muertas. Me dieron esa información mientras yo la miraba incrédula, era tan pequeña que no podía creer que tuviera casi cinco años. La decepción desapareció rápidamente dejando paso a una mezcla de alegría y pena. Conseguí cogerla mientras se deshacía en temblores y llevarla al veterinario, que la examinó pensando que era un cachorro y dándome recomendaciones que no no han servido para nada.Llegó a casa aquella noche, Borja sintió una decepción mucho mayor que la mía, y eso que ya estaba limpia. La envolví en un jersey que olía a mi y no se movió de allí en varios días, únicamente abandonaba su refugio para comer y beber. Todo le daba miedo, nosotros, la casa el mundo. Vivía de sobresalto en sobresalto incapaz de relacionarse. Había vivido siempre en un patio de veinte metros, compartido con otros doce perros y con la única expectativa de criar. No la habían hecho caricias, nadie le había dado comida en su mano, nadie le había demostrado el más mínimo cariño. Se hacía sus necesidades por toda la casa y huía de nosotros despavorida.Pero Reina no sabía lo pesada que puedo llegar a ser. Mi único propósito en aquellos días fue mimarla, enseñarle lo que es el cariño. Poco a poco me fue conociendo y necesitando. Fue mágico, en esos días sólo pensaba en ella, todos los demás problemas se convirtieron en algo secundario, ella me necesitaba más.Pero para Borja fue más duro, le ponía nervioso, estaba agobiado por su examen físico, y no lo pudo soportar. Después de una semana, entre lágrimas la llevamos a casa de sus padres hasta que el terminara. Todos los días íbamos a verla y sorprendentemente me esperaba. No se movía en todo el día de su colchón, pero cuando yo llegaba saltaba, me lamía y se encaramaba a mis piernas para que la cogiera. Aquel momento era uno de los mejores del día, sin duda.Quisieron devolverla, el problema de socialización era tan grande que no tenía conductas normales de su especie. Me negué con todas mis fuerzas, ya era mía, ya había sufrido suficiente y sólo necesitaba tiempo.Borja terminó sus pruebas y algo receloso fue a recogerla. Y si, no era la perra lo que había provocado sus ansiedades. Cuando lo comprobó fue un alivio para los dos.Y desde entonces somos tres en la familia. Han pasado varios meses y Reina ha aprendido muchas cosas, que no la vamos a abandonar, que siempre tiene comida en su plato y nadie se la va a quitar, que los paseos son buenos, que no todo lo que le rodea es el enemigo y que la queremos. Ahora cada vez que llegamos a casa nos recibe feliz haciendo cabriolas y nos da lametones en la piernas o en las manos. Y me persigue, allá donde voy ella detrás, siempre a dos pasos de mi, fiel. No, no es una perra normal, aun no sabe jugar, aun no responde a nuestras órdenes, ni nos levanta la patita. No nos importa porque Reina nos ha regalado algo muchas cosas, los paseos, su cariño y lo más importante una preocupación. Es increíble  la felicidad que aporta el preocuparse por otra cosa que no sea uno mismo.